La constante pretensión creativa de la marca del doble chevrón es parte de su espíritu como empresa y es la responsable de crear maravillas tecnológicas que revolucionaron el mundo automotriz. Pero todo tiene un límite y los diseñadores de Citroën lo encontraron con el GSA. Un diseño completamente radical, inentendible a primera vista y para nada intuitivo. Los comandos de las luces y los limpiaparabrisas se manejan desde dos cilindros (del desafortunado tamaño de una lata de cerveza) a cada lado del antiestético volante. Para continuar con su extravagancia, el GSA tiene velocímetro y tacómetro rotativo-flotante y un panel lumínico con el perfil del vehículo a todo color.